Destino mítico para viajeros de todo el mundo

Tíbet es un lugar mítico para viajeros para ese cliente especial que ya ha recorrido mundo y busca un destino único. La capital Lhasa, igual que el resto de ciudades importantes, tienden a la “modernización” de los nuevos tiempos y a la inevitable influencia China pero sigue conservando barrios tibetanos como el de Barkhor que se extiende alrededor del Jokhang, una auténtica joya y el centro religioso más significativo del Tíbet. Y por supuesto el impresionante Palacio de Potala que desde la altura domina la ciudad. El Monasterio de Drepung o el de Sera completan la experiencia en la capital para una estancia breve.

Si se cuenta con más tiempo y se quiere profundizar en la zona no hay nada como recorrer las carreteras del Tíbet e ir parando en las joyas que te vas encontrando por el camino como el lago Yamdrok con sus aguas color esmeralga, lenguas glaciares y ese paisaje duro y a la vez melancólico tan característico de la meseta tibetana.

El camino nos puede llevar hasta otras poblaciones importantes como Shigatse o Gyantse u otras menores como Tingri que esconde un gran tesoro, el Campo Base del Everest en su parte tibetana. Desde aquí y tras unas 2 horas por pistas de arena en un día despejado se puede disfrutar de una de las vistas más sobrecogedoras del planeta. Estás a 5200 m enfrente de la cara norte del Everest y las mejores vistas están en una pequeña colina cuya cima está cubierta con las coloridas banderas de oración tibetanas y desde aquí veremos también las tiendas de campaña base de las expediciones al Everest.

¡Bienvenidos al Tíbet!