Un país de pagodas, templos y gran hospitalidad

Una joya de Asia, anteriormente conocida como Birmania, que se ha mantenido durante décadas cerrado al resto del mundo; pero definitivamente se va abriendo poco a poco para mostrar sus encantos.

Un país que tiene mucho que ofrecer, pero sobre todo nos va a cautivar por la sencillez y calidez de su gente, así como la multitud de etnias diferenciadas que conviven. El destino adecuado para quienes se han enamorado de Asia y quieren seguir conociendo está exótica parte del mundo.

Su capital Yangón, es el punto de entrada a este país, mostrándonos una ciudad que no se asemeja al resto de las capitales asiáticas.

Bagan, conocida como la ciudad de las 1000 pagodas, realmente cuenta con más de 4000 templos y pagodas esparcidos por una meseta árida; pasear en bicicleta o ver los templos desde un globo son dos experiencias que no nos podemos perder.

Durante nuestra visita a Mandalay, no podemos olvidar hacer una foto al Puente U-Bein al atardecer y ver desayunar a miles de monjes en el  Monasterio Mahagandayone. Por supuesto no debemos volver de Myanmar sin conocer el lago Inle y a sus pescadores, con su peculiar forma de remar, o asombrarnos con los jardines flotantes donde los pobladores de esta zona tienen sus cultivos.

Más allá del triángulo Mandalay, Bagán y Lago Inle, este destino brinda la oportunidad de conocer otras regiones y áreas con grandes atractivos y encantos, pero sobre todo con diversas tribus y etnias que sorprenden a los que llegan a conocerlas.

Hay que tener preparada la cámara para captar insólitos recuerdos: mujeres cubiertas de thanakha, ancianas mascando tabaco con betel u hombres vistiendo un longyi, la típica falda. En definitiva un país lleno de cultura que no podremos olvidar jamás.

¡Bienvenidos a Myanmar!